Ingresar como docente e investigador a la Universidad del Zulia ha significado un hermoso viaje a lo largo de la vida, semejante quizás como caminar en escalada una elevada cordillera. Llegamos creyendo estar listos, preparados con formación académica y la fuerza del ánimo, con cientos de libros ya leidos que expresan el conocimiento, con las anécdotas e historias de otros sembradores, olvidando que cada quien hace su viaje. Muchos atesoramos el primer día del encuentro con la realidad universitaria: cientos de alumnos, miradas escrutantes, preguntas inquietantes, aulas sin cuadrículas, expectativas por cubrir, vidas en las cuales como profesores podemos intervenir.

Cuando logramos develar la altura del reto formativo, asumimos el compromiso de ser profesor universitario, reconociendo que la universidad es como la vida misma, inmensa, avasallante, dinámica, entre la estructura y la contigencia, colmada de miles de personas, todas distintas pero que a la vez, se hacen una sola como comunidad universitaria. Definitivamente LUZ como institución pública y autónoma, es el vitral del país.

Hoy, la siembra exige una profunda convicción en el trabajo académico. Habitamos una universidad que forma parte de la postmodernidad, de la globalización, de la sociedad de la información. Una institución que se encuentra, como refieren algunos estudiosos, en una sociedad que transita hacia una economía basada en el conocimiento avanzado, fácilmente consumible en el mercado, esa red anónima, despersonalizada de intercambios, que reordena las fuerzas y, en consecuencia, las funciones universitarias, fortalece valores y principios fundamentales para la convivencia social.

Y es allí donde quiero resaltar a nuestros profesores y profesoras que son reconocidos como titulares y exaltamos como jubilados. En ustedes sapientes, se exige mantener la universidad. Los titulares reflejando la mística, la responsabilidad, la entrega al trabajo y el esfuerzo académico que los proyecta como referentes ante sus colegas que los siguen como ejemplos de mérito y los jubilados como parte de los bastiones que sostienen a nuestra institución. Académicos útiles para las jóvenes semillas, para la región, el país y el mundo. La transformación universitaria exige profesores transformadores.

En ustedes se reafirma LUZ como una institución protagónica en lo social. Ustedes, hoy más que nunca, son parte del rayo que entra por la ventana que se distingue en nuestro escudo y que tantas veces hemos visto en nuestra cordillera, ese rayo que se abre entre todas las nubes y da la bienvenida al sol.

Los profesores titulares y jubilados, integran una comunidad de conocimiento responsable ante las exigencias de los sectores socio-productivos de la ciudad, del pais y del mundo, haciendo vidas en alguna o todas las funciones universitarias. Es allí donde radica una de  las bondades que disfrutamos los académicos: elegir los caminos que nos otorguen mayor libertad para aportar. El profesor que dedicó su vida a formar valores; ese ser humano que hizo del aula de clase su hogar, haciendo de sus alumnos, amados hijos para acrecentar sus niveles de conocimiento. El investigador, un ser inquieto, con ansias por descubrir y develar; con expectativas en solucionar problemas e innovar. El extensionista, quien vincula, relaciona y acerca el entorno y mantiene vigente las relaciones socio-comunitarias.

Todos son labradores de pasado, escultores de presente y sembradores de futuro, reconocidos por una labor que los eterniza en la máxima categoría universitaria: titulares. Y, en especial, aquellos que hoy como jubilados, comienzan a ser parte del crisol histórico de la Universidad del Zulia.

A todos los miembros de la comunidad universitaria que exhiben con orgullo su titularidad y a los profesores jubilados que hoy se sienten mas productivos que nunca, extiendo mis felicitaciones y el reconocimiento de ser el digno ejemplo colmado de sentir universitario.

Dra. MARLENE PRIMERA GALUÉ
Secetaria